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El Anti-Edipo: Una introducción a la vida no fascista Michel Foucault (*)

El Anti-Edipo es un tema manejado por Michel Foucault para una reflexión en torno a la vida no fascista. En este texto se puede explorar un tema que resulta revolucionario para el modo en que vemos la teoría del Edipo.

Pensando en la importancia del concepto del Edipo, hoy queremos presentar una nueva mirada, a través del Anti-Edipo de Michel Foucault.

El Anti-Edipo: Una introducción a la vida no fascista Michel Foucault (*)

“El siglo XXI nos encuentra en medio de una seria transformación en los modos de pensar lo político. Esta situación es convergente con la irrefrenable extensión del capital en todos los vínculos sociales, incluyendo los últimos confines de la vida de los seres hablantes. Tal vez por ello, el denominado espacio del “posmarxismo” encuentra cada vez más, en aquellos desarrollos teóricos que lo representan, un afán radical de pensar la emancipación sin las ataduras metafísicas que impregnaban su trama conceptual. Este afán se confirma cuando vemos a pensadores actuales decidir que la cuestión crucial de un proceso de transformación política es la relativa al sujeto, o a la subjetividad, o a la singularidad implicadas en la misma. Ya no se trata, entonces, de concebir los procesos históricos a partir de sujetos universales, abstractos y constituidos por una finalidad fundamentada de antemano. Indagar ahora la experiencia política implica revelar la estructura y la constitución del sujeto que la soporta y es responsable de la misma. Por ello, ahora asistimos a una recuperación renovada y recreada con nuevos recursos teóricos del debate que a finales del siglo XX pudo establecerse entre la enseñanza de Lacan y las filosofías de Deleuze y Foucault, debate que tuvo como referencia crucial precisamente a la cuestión del sujeto en su constitución material. Los pensadores posmarxistas actuales dan testimonio explícito de la resignificación de esta encrucijada teórica alrededor del sujeto. Por ello, podemos verificar de un modo sobresaliente la impronta teórica de Jacques Lacan, asumida de distintas maneras por estos pensadores de la izquierda posmarxista, que no renuncian a construir una ontología radical de la política en su dimensión emancipatoria. La política no como una gestión profesional, ni como un subsistema de la realidad, sino como el lugar constituyente de la experiencia del sujeto en su devenir hablante, sexuado y mortal. Evoquemos aquellos momentos ejemplares de esta encrucijada teórica contemporánea:

La teoría de la hegemonía de Ernesto Laclau, articulando a Gramsci con Lacan para hacer posible una “ontología discursiva” de la realidad. Alain Badiou incluyendo la oposición lacaniana entre Verdad y Saber en su lógica del Acontecimiento y en su ontología matemática. Slavoj Zizek intentando reapropiarse del pensamiento lacaniano desde Hegel y el idealismo alemán para aplicarlo a la cultura pop y a las mutaciones políticas contemporáneas. Por otra parte, en el caso de Toni Negri, una determinación decisiva en el modo de articular sus tesis políticas sobre la multitud, el común y la singularidad la encontramos en el protagonismo esencial de lo que Negri, siguiendo la vertiente de Deleuze, le adjudica a la llamada “producción de subjetividad”.” (Jorge Alemán, Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. El texto forma parte del libro Soledad: Común. Políticas en Lacan, de reciente aparición (Ed. Capital Intelectual).

El Anti-Edipo
El Anti-Edipo

Durante los años 1945-1965 (pienso en Europa), había una determinada manera correcta de pensar, un cierto estilo de discurso político, una cierta ética para intelectuales. Había que tutearse con Marx, no dejar que los sueños vagabundeasen demasiado lejos de Freud, y tratar a los sistemas de signos -el significante- con el mayor respeto. Esas eran las tres condiciones que convertían en aceptable esta singular ocupación que consiste en escribir y enunciar una parte de verdad acerca de sí mismo y de su época.

Después vinieron cinco años breves, apasionados, cinco años de júbilo y de enigma. A las puertas de nuestro mundo, Vietnam, evidentemente, y el primer gran golpe asestado a los poderes constituidos. Pero aquí, dentro de nuestras murallas, ¿Qué estaba ocurriendo, exactamente?. ¿Una amalgama de política revolucionaria anti-represiva?. ¿Una guerra librada en dos frentes, el de la explotación social y la represión psíquica?. ¿Una escalada de la libido, modulada por el conflicto de clases?. Es posible. De todos modos, es a partir de esta interpretación familiar y dualista que se ha pretendido explicar los acontecimientos de esos años. El sueño que, entre la Primera Guerra Mundial y el advenimiento del fascismo, mantuvo bajo su encanto a las fracciones más utópicas de Europa -la Alemania de Wilhem Reich y la Francia de los surrealistas- había regresado para arrebolar a la mismísima realidad: Marx y Freud iluminados por una sola incandescencia.

Pero, ¿fue realmente esto lo que ocurrió?. ¿Fue realmente una recuperación del proyecto utópico de los años treinta, esta vez a la escala de la práctica histórica?. ¿O bien, por el contrario, hubo un movimiento hacia luchas políticas que ya no se adecuaban al modelo prescrito por la tradición marxista?. ¿Hacia una experiencia y una tecnología del deseo que habían dejado de ser freudianas?. Es cierto que los viejos estandartes fueron enarbolados una vez más, pero el combate se desplazó y ganó nuevas zonas.

El Anti-Edipo
El Anti-Edipo

El Anti-Edipo muestra en primer lugar, la extensión del terreno cubierto. Pero es mucho más que eso. No derrocha su caudal en denigrar viejos ídolos, si bien es cierto que se divierte mucho con Freud. Y, sobre todo, nos incita a ir más lejos.

Sería un error leer El Anti-Edipo como la nueva referencia teórica, es decir, esa famosa teoría que tan a menudo nos ha sido anunciada: la que todo lo englobará, esa absolutamente totalizadora y tranquilizante; esa, se nos asegura, “que tanto necesitamos” en esta época de dispersión y de especialización, de donde “la esperanza” ha desaparecido. No hay que buscar una “filosofía” en esta extraordinaria profusión de nociones nuevas de conceptos-sorpresas. El Anti-Edipo no es un Hegel relumbroso.

Yo creo que la mejor manera de leer El Anti-Edipo, consiste en abordarlo como un “arte”, en el sentido en que se habla de “arte erótico”, por ejemplo. Apoyándose en las nociones, en apariencia abstractas, de multiplicidades, flujos, dispositivos y ramificaciones, el análisis de la relación del deseo con la realidad y con la “máquina” capitalista aporta respuestas a preguntas concretas. Preguntas que se preocupan menos del por qué de las cosas que de su cómo. ¿Cómo se introduce el deseo en el pensamiento, en el discurso, en la acción?. ¿De qué manera el deseo puede y debe desplegar sus fuerzas en la esfera de lo político e intensificarse en el proceso de derrumbamiento del orden establecido?

Ars erotica, ars theoretica, ars politica

De allí los tres adversarios a los cuales El Anti-Edipo se halla confrontado: Tres adversarios que no poseen la misma fuerza, que representan grados diversos de amenaza, y que el libro combate con diferentes medios.

  1. Los ascetas políticos, los militantes morosos, los terroristas de la teoría, aquellos que quisieran preservar el orden puro de la política y del discurso político. Los burócratas de la revolución y los funcionarios de la Verdad.
  2. Los lamentables técnicos del deseo -los psicoanalistas y semiólogos- que registran cada signo y cada síntoma y que desearán reducir la organización múltiple del deseo a la ley binaria de la estructura y de la carencia.
  3. Por último, el enemigo mayor, el adversario estratégico (ya que la oposición de El Anti-Edipo con sus otros enemigos constituye más bien un combate táctico): el fascismo. Y no solamente el fascismo histórico de Hitler y de Mussolini -que tan bien supo movilizar y utilizar el deseo de las masas- sino también el fascismo que existe en todos nosotros, que habita en nuestros espíritus y está presente en nuestra conducta cotidiana, el fascismo que nos hace amar el poder, desear esa cosa misma que nos domina y nos explota.

Técnica para dormir
El Anti-Edipo

Yo diría que El Anti-Edipo (ojalá que sus autores me perdonen) es un libro de ética, el primer libro de ética escrito en Francia desde hace mucho tiempo (y de ahí, tal vez, la razón por la cual su éxito que no limita un “lectorado” en particular: ser anti-Edipo se ha convertido en un estilo de vida, en un modo de pensar y de vivir).

¿Cómo hacer para no convertirse en fascista incluso cuando (sobre todo cuando) se cree ser un militante revolucionario?. ¿Cómo hacer desaparecer de nuestro discurso y de nuestros actos, de nuestros corazones y placeres, ese mismo?. ¿Cómo arrancar ese fascismo incrustado en nuestro comportamiento?. Los moralistas cristianos buscaban las trazas de la carne que se habían introducido en los repliegues del alma. Deleuze y Guattari, en cambio, acechan las más ínfimas partículas del fascismo en el cuerpo.

Rindiendo un modesto homenaje a San Francisco de Sales (1) podría decirse que El Anti-Edipo es una introducción a la vida no fascista.

Este arte de vivir contrario a todas las formas de fascismo, ya estén instaladas o próximas de serlo, van acompañadas de un cierto número de principios esenciales, que yo resumiría como sigue si tuviera que convertir este gran libro en un manual o una guía de la vida cotidiana:

  • Liberad la acción política de toda forma de paranoia unitaria y totalizadora.
  • Incrementad la acción, el pensamiento y los deseos mediante proliferación, yuxtaposición y disyunción, antes que por subdivisión y jerarquización piramidal.
El Anti-Edipo
El Anti-Edipo
  • Liberaos de las viejas categorías de lo Negativo (la ley, el límite, la castración, la carencia, la laguna) que el pensamiento occidental ha sacralizado durante tanto tiempo como forma de poder y modo de acceso a la realidad.
  • Preferid aquello que es positivo y múltiple, la diferencia a la uniformidad, los flujos a las unidades, Ias disposiciones móviles a los sistemas. Considerad que lo que es productivo no es sedentario sino móvil.
  • No imaginéis que haya que ser triste para ser militante, incluso si lo que se combate es abominable. Es el vínculo del deseo a la realidad (y no su fuga en las formas de la representación) el que posee una fuerza revolucionaria.
  • No utilicéis el pensamiento para dar a una práctica política el valor de Verdad; ni la acción política para desacreditar un pensamiento, como si no fuera más que pura especulación.
  • Utilizad la práctica política como un intensificador del pensamiento, y el análisis como un multiplicador de las formas y de los dominios de intervención de la acción política.
  • No exijáis a la política que restablezca los “derechos” del individuo tal cual han sido definidos por el filosofo. El individuo es el producto del poder. Lo que hay que hacer es “desindividualizar” por la multiplicación y el desplazamiento, por la suma de combinaciones diferentes. El grupo no debe ser el vínculo orgánico que une a individuos jerarquizados, sino un constante generador de “desindividualización”.
  • No os enamoréis del poder.

Podría incluso decirse que Deleuze y Guattari aman tan poco el poder que trataron de neutralizar los efectos del poder vinculados a su propio discurso. De ahí los juegos y las trampas que encontramos un poco en todo el libro, y que convierten su traducción en un auténtico tour de force.

El Anti-Edipo

Pero no se trata de las trampas familiares de la retórica, aquellas que tratan de seducir al lector sin que este sea consciente de la manipulación, y que terminan por ganarlo para la causa de los autores, contra su voluntad. Las acechanzas de El Anti-Edipo son las del humor: otras tantas invitaciones a dejarse expulsar, a despedirse del texto dando un portazo.

El libro hace a menudo pensar que no se trata de otra cosa que de un humor y de juego, allí donde, sin embargo, ocurre algo esencial, algo tremendamente serio: el acoso de todas las formas del fascismo, desde aquellas, colosales, que nos rodean y nos aplastan, hasta las formas más pequeñas que instauran la amarga tiranía de nuestras vidas cotidianas.

(1) Hombre de Iglesia del S. XVII, que fue obispo de Ginebra. Es conocido por su Introducción a la vida devota.

(*) Este texto de Michel Foucault sirvió de prefacio a la edición estadounidense del Capitalismo y esquizofrenia, el Anti-Edipo, de Gilles Deleuze y Félix Guattari. Formará parte de Dits et écrits, antología de textos de Michel Foucault, que aparecerá en 1989 en Gallimard, (tomado de “Magazine Littéraire”). Publicado en español en Cuadernos de Marcha, Montevideo.

A continuación un video sobre el tema del Anti-Edipo

https://www.youtube.com/watch?v=S1DxJ_5kkq8

Enlaces de Interés:

Michel Foucault en Wikipedia. 

Fecha de actualización: (13 de Abril 2023 KA)

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