Hablemos ahora sobre el proceso de la melancolía desde las teorías psicoanalíticas. La melancolía es un estado afectivo caracterizado por una profunda tristeza, pérdida de interés en actividades habituales, sentimientos de culpa y una disminución general en el funcionamiento psicológico. Desde la perspectiva psicoanalítica, la melancolía se considera un trastorno del estado de ánimo que guarda estrecha relación con la pérdida real o simbólica de un objeto amado.
Según Freud, la melancolía se origina a partir de un conflicto interno en el que el individuo experimenta una pérdida emocional significativa y no logra procesar adecuadamente sus sentimientos de duelo. En lugar de exteriorizar el dolor y elaborar la pérdida, el individuo lo dirige hacia su propio yo, generando así una autorrepulsa y una disminución de la autoestima.
El sujeto se percibe a sí mismo como inadecuado, culpable y merecedor de castigo, internalizando la figura del objeto perdido y fusionándola con su propia identidad. En este sentido, la melancolía se diferencia de la tristeza normal por la intensidad de la autorrecriminación y la autodestrucción que la acompañan. El análisis psicoanalítico busca comprender y abordar estos procesos internos, ayudando al paciente a elaborar la pérdida y recuperar una visión más saludable de sí mismo.
El Proceso de la Melancolía
El proceso de la melancolía, gira en torno a la tristeza vaga, permanente y profunda, que puede haber nacido por causa física o moral y que hace que el sujeto que la padece no se encuentre a gusto ni disfrute de la vida.

“La mujer que compadece a su marido por hallarse ligado a un ser tan inútil como ella, reprocha en realidad al marido su inutilidad” (Freud, 1915: 2094).
De esta manera, entre los reproches del melancólico, correspondientes a otra persona, y vueltos hacia el yo, existen algunos referentes, realmente al yo como instancia psíquica; (reproches) cuya misión es encubrir los restantes y dificultar el conocimiento de la verdadera situación.
En el proceso de la melancolía, los anteriores reproches, proceden del pro y el contra del combate amoroso, que ha conducido a la pérdida erótica. Así, los lamentos son queja; no se avergüenzan ni se ocultan, todo lo malo que dicen de sí mismos se refiere en realidad a otras personas, y se hallan muy lejos de testimoniar, con respecto a los que los rodean, la humildad y sometimiento que correspondería a tan indignas personas como afirman ser, mostrándose, sumamente irritables y susceptibles y como si estuvieran siendo objeto de una gran injusticia.
Todo lo anterior, es posible porque las reacciones de su conducta parten aún de la constelación anímica de la rebelión, convertida por cierto proceso en el opresivo estado de la melancolía.
Construcción del proceso de la melancolía
De esta manera, al construir el proceso de la melancolía, se sabe que al principio existía una elección de objeto, o sea, un enlace de la libido a una persona determinada; así, por la influencia de una ofensa real o de un desengaño, inferido por la persona amada, surgió una conmoción de esta relación objetal, cuyo resultado no fue “el normal”

“(…) la sustracción de la libido de este objeto, y su desplazamiento hacia uno nuevo, sino otro muy distinto, que parece exigir, para su génesis, varias condiciones. La carga del objeto demostró tener poca energía de resistencia y quedó abandonada; pero la libido libre no fue desplazada sobre otro objeto, sino retraída al yo, y encontró en éste una aplicación determinada, sirviendo para establecer una identificación del yo con el objeto abandonado.” (Freud, 1915: 2095).
Así, la sombra del objeto cayó sobre el yo; y este último, a partir de este momento, puede –ahora bien- ser juzgado por una instancia especial, como un objeto, y en realidad como el objeto abandonado.
Por tanto, de este modo, se transformó la pérdida del objeto en una perdida del yo, y el conflicto entre el yo y la persona amada, en una disposición entre la actividad critica del yo y el yo modificado por la identificación.
Las tres faces en el proceso de la melancolía
El proceso de la melancolía se despliega a través de tres fases distintas, las cuales exploraremos a continuación. Estas fases representan diferentes etapas en la experiencia melancólica y permiten comprender cómo se desarrolla y manifiesta este estado emocional.

Desde una perspectiva psicoanalítica, estas etapas son cruciales para analizar y abordar el trastorno melancólico, brindando un marco teórico para comprender la complejidad de este proceso psicológico. A través de la comprensión detallada de estas fases, se busca ofrecer una visión más completa y profunda de la melancolía y, así, facilitar su tratamiento y recuperación.
Pérdida del objeto de deseo
Desde una perspectiva psicoanalítica, se considera que la primera fase del proceso de la melancolía es la pérdida del objeto de deseo. En este sentido, la melancolía se origina a partir de la pérdida real o simbólica de un objeto amado, el cual puede ser una persona, una idea, una aspiración o incluso una parte de uno mismo. Esta pérdida desencadena un intenso sentimiento de dolor y tristeza profunda, generando una sensación de vacío y desolación en el individuo melancólico.
La pérdida del objeto de deseo desencadena un proceso de duelo que se caracteriza por una serie de reacciones emocionales y psicológicas complejas. En la melancolía, este proceso de duelo adquiere una dimensión particular, ya que el individuo no logra desprenderse del objeto perdido de manera saludable y elaborar su dolor de forma adecuada. En cambio, el objeto amado se mantiene internalizado y fusionado con la identidad del individuo, lo que da lugar a una autorrepulsa y a una disminución en la autoestima.
En esta primera fase de la melancolía, el psicoanálisis busca comprender la naturaleza de la pérdida y las dinámicas emocionales que la rodean. Se exploran los lazos emocionales y las representaciones internas del objeto de deseo perdido, así como las fantasías inconscientes que pueden estar relacionadas con la pérdida. A través de la exploración y la elaboración de esta fase, se abre el camino para abordar las siguientes etapas del proceso de la melancolía y trabajar en la recuperación emocional y psicológica del individuo afectado.
Ambivalencia o introyección-autocrítica
La segunda fase de la melancolía, desde una perspectiva psicoanalítica, es la de ambivalencia o introyección-autocrítica. En esta etapa, el individuo melancólico experimenta sentimientos contradictorios hacia el objeto perdido, lo que se traduce en una intensa ambivalencia emocional. Por un lado, hay una parte del individuo que idealiza y añora al objeto amado, conservando una conexión emocional profunda con él. Por otro lado, coexiste una parte que critica y menosprecia al objeto, generando sentimientos de hostilidad y resentimiento hacia él.

En la melancolía, esta ambivalencia emocional se ve exacerbada debido a la introyección del objeto perdido en el propio yo del individuo. El objeto amado se encuentra internalizado y fusionado con la identidad del sujeto, lo que da lugar a una autocrítica despiadada y a una disminución de la autoestima. El individuo se castiga a sí mismo por la pérdida del objeto, sintiéndose responsable y culpable de la separación.
Durante esta fase, el psicoanálisis busca explorar las dinámicas de ambivalencia y autocrítica presentes en la melancolía. Se indaga en los mecanismos psicológicos que mantienen esta contradicción emocional y se busca comprender los factores inconscientes que influyen en la relación con el objeto perdido. El análisis de esta fase permite identificar las defensas psíquicas utilizadas por el individuo melancólico para lidiar con la ambivalencia y la autocrítica, allanando el camino hacia la última etapa del proceso de la melancolía y facilitando la resolución y la recuperación emocional.
Narcisismo
La tercera fase del proceso de la melancolía, desde una perspectiva psicoanalítica, se encuentra estrechamente relacionada con el narcisismo. En esta etapa, el individuo melancólico experimenta una pérdida de la identidad y una disminución en la autoestima debido a la internalización del objeto perdido y la fusión con el propio yo. La figura del objeto amado se convierte en una parte integral de la identidad del individuo, generando una sensación de vacío y una falta de autovaloración.
El narcisismo se manifiesta como un fenómeno psicológico con diversas características. Siguiendo el mito de Narciso en la obra de Ovidio, se presenta como un individuo obsesionado consigo mismo, ensimismado en la adulación de su propio yo. Según Freud, el narcisismo se asemeja a una perversión sexual, donde el individuo trata su propio cuerpo de manera similar a cómo trataría el cuerpo de un objeto sexual. En este contexto, se pueden identificar tres emociones que caracterizan la experiencia narcisista: egoísmo, impulso de autoconservación y pasión libidinal. Por lo tanto, vemos a Narciso enamorado de su propio reflejo, inmerso en un mundo cerrado entre él y su imagen reflejada. Lo interesante de su representación en la literatura de “Metamorfosis” es la excesiva adulación que recibe Narciso por lo que falsamente representa (no es su propio yo lo que ama, sino el objeto de deseo perdido). Sin embargo, esa excesiva adulación también lo convierte en un individuo fundamentalmente desconectado de la realidad y limitado en su experiencia.

La comprensión de este fenómeno es compleja para el proceso de la melancolía. En el caso de la melancolía, se supera el proceso de duelo al internalizar de manera identitaria el objeto de deseo perdido. Uno se convierte en lo que se ha perdido. Si se pierde a la madre, uno se identifica con ella. Si se pierde la dependencia de un vínculo colonial, uno se convierte en la propia dependencia de ese pasado. Sin embargo, hay un momento en el que se “es” lo que se “desea”. El aspecto clave del narcisismo radica en ese momento en el que el proceso de duelo ha sido superado y se produce internamente, como subjetividad, lo que se ha perdido, y se desea ser el objeto anhelado en sí mismo.
Finalmente, es importante destacar que en el proceso de la melancolía, el individuo melancólico experimenta tanto sufrimiento como placer. Se percibe a sí mismo como un impostor, como un hábil comediante, y en este sentido, disfruta de esta experiencia (Brainsky 1988). El yo busca anular la presencia del malestar utilizando la estrategia narcisista, lo que finalmente lleva al triunfo de la melancolía como una estrategia de defensa.
En conclusión, el proceso de la melancolía desde una perspectiva psicoanalítica implica varias etapas fundamentales. Comienza con la pérdida del objeto de deseo, seguida de la ambivalencia y la autocrítica. Luego, se relaciona estrechamente con el narcisismo y la disminución de la autoestima.

A lo largo del proceso de la melancolía, el individuo melancólico experimenta sufrimiento, pero también hay una peculiar satisfacción y disfrute en su aflicción. El psicoanálisis busca comprender y abordar estas fases, explorando los procesos emocionales, los mecanismos de defensa y la reconstrucción de la identidad.
A través de la terapia psicoanalítica, se pretende facilitar la elaboración del duelo, la recuperación emocional y la transformación de la melancolía en una experiencia más saludable.
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Referencias bibliográficas
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Fecha de actualización: (05 de Julio 2023 KA)