El Síntoma
Se sabe que la existencia del síntoma tiene por condición el que un proceso psíquico no haya podido llegar a su fin normal de manera que pudiese hacerse consiente; por lo que el síntoma viene a sustituir a aquella parte evolutiva del proceso que ha quedado obstruida.
Así, contra la penetración del proceso psíquico hasta la conciencia, ha debido de elevarse una violenta oposición, que le ha forzado a permanecer inconsciente, adquiriendo la capacidad de engendrar síntomas.
Idéntica oposición se manifestaría en el curso del tratamiento contra los esfuerzos encaminados a transformar lo inconsciente en consciente, y ésta oposición es la que se advierte en calidad de resistencia.
Por tanto, a este proceso patógeno, que se manifiesta a nuestros ojos por el intermedio de la resistencia, es al que se le da el nombre de represión.
Las personas atacados por un síntoma, sufren de una frustración, por rehusarles la realidad de la satisfacción de sus deseos. De ésta manera, los síntomas son una satisfacción sustitutiva destinada a reemplazar a aquella que resulta imposible en la vida normal; siendo los síntomas neuróticos una satisfacción de un placer sustitutivo.
Los síntomas tienden a procurar una satisfacción al sujeto, y otras, a preservarle contra la misma, predominando por ejemplo, en la histeria del carácter positivo, la satisfacción, y en el negativo o ascético, en la neurosis obsesiva.