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Sobre la Escansión: Artículos de investigación

Sobre la escansión

El tema de la escansión es uno de los más relevantes en el mundo del psicoanálisis. Es por esto que queremos compartir algunas de las investigaciones más representativas en torno al tema de la escansión y su abordaje dentro de la práctica psicoanalítica.

Investigaciones sobre la Escansión

Si te interesa profundizar en torno al tema de la escansión, a continuación te compartimos algunas de las investigaciones más relevantes. Empezaremos con el texto: Escansión, Interpretación y Acto de Frida Saal.

Escansión, interpretación y acto

La  escansión, como práctica de sesiones de duración variable es una marca distintiva del psicoanálisis lacaniano. El término -que en el lenguaje de la poética significa medida de los versos– ha sido adoptado para designar este punto, variable en su tiempo cronológico, dependiendo de lo que sucede allí, la sesión se interrumpe.

Escansión
Escansión

El vocablo se ha generalizado en este nuevo sentido y se ha integrado al vocabulario psicoanalítico. Esta práctica no era, sin embargo, la de Freud. Con él, las sesiones tenían un tiempo fijo -de 55 minutos- rigurosamente controlados por el discurrir del reloj.

Escansión y Lacan

Es del conocimiento de todos que la escansión como práctica heterodoxa inaugurada por Lacan, fue uno de los motivos de máxima controversia en las discusiones que culminaron con la escisión de la Sociedad Psicoanalítica de Paris en 1953. El manejo que Lacan hacía de la duración del tiempo de la sesión, especialmente en los análisis didácticos, había sido motivo de quejas y de llamadas al orden institucional.

Así, en una nota al pie de página en “Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis”, Lacan afirma: “Piedra de deshecho o piedra angular, nuestra fuerza es no haber cedido sobre este punto”. Los documentos de la época muestran que la situación fue en verdad más complicada y oscura que lo que se desprende de esta supuesta intransigencia con matices heroicos.

En carta a Lowenstein del 14 de julio de 1953, Lacan escribía a quien fuera su analista:

“yo había declarado publicamente que, sometiéndome al principio de los standards fundados sobre un reglamento profesional, en tanto pasábamos a un estadio de organización de la profesión, yo no volvería más sobre esta práctica (la del acortamiento de las sesiones), cualquiera que me hubiera parecido su interés, y que había regularizado progresivamente todos mis análisis didácticos y los había puesto definitivamente en los tiempos reglamentarios desde fin de año, sin que se haya podido levantar contra mí, la menor infracción”.

Escansión y tiempo

Lacan no cumple, eso es un hecho, en el corto o en el mediano plazo, y de ese incumplimiento hará después un rasgo de honor.

Escansión y tiempo
Escansión y tiempo

Por otro lado nos enteramos en la monumental investigación de Elisabeth Roudinesco, La batalla de los cien años (Histoire de la psychanalyse en France, 2, Seuil, 1986), que Lacan había pedido a sus analizados que declarasen, ante la comisión investigadora de la I.P.A., que había normalizado el tiempo de las sesiones.

Promesas, falsas aceptaciones, mentiras, espera… todo esto configura alrededor del tiempo de duración de las sesiones una verdadera piedra de escándalo, toque a quien toque, y hace de esta variable quizá el parteaguas esencial, o al menos el más visible, entre el lacanismo y el resto de los descendientes de Freud. Históricamente es así.

La práctica de la escansión se generalizó, análisis didácticos mediante, hasta convertirse en shibboleth para el reconocimiento recíproco entre los lacanianos. Al mismo tiempo esta innovación despierta la desconfianza en la mirada evaluadora de quienes no comulgan con ella. Sobre todo porque se fue produciendo, en Lacan primero y en sus discípulos después, un deslizamiento que llevó del tiempo variable de la sesión a las así llamadas sesiones cortas, más aún a las sesiones… cortísimas.

La escansión desde Viderman

Serge Viderman, en un libro que lleva por título Del dinero en psicoanálisis y más allá (P.U.F., 1992), dedica un capítulo urticante al tema de la duración variable de las sesiones. Sus críticas se podrían sintetizar así:

“se produce una subversión del tiempo convenido”.

Crítica a la escansión
Crítica a la escansión

Digamos por nuestra parte que es bastante evidente que sólo habría tal subversión desde la fijación de un standard y desde la aceptación de una convención. No es el caso cuando es el standard mismo el que está cuestionado y por lo tanto ninguna convención es vulnerada.

“las reglas dictadas por el analista acrecentarían la disimetría de la relación de las fuerzas que operan en el espacio analítico”.

A esto también se podría objetar diciendo que la decisión fuerte permanece del lado del analizante en quien reside la posibilidad última de rechazar las condiciones planteadas por el analista. Es, sin embargo, una posibilidad relativa. No se puede ignorar que está allí en juego la transferencia, condición de todo análisis, que puede inducir situaciones de sometimiento. Amor y odio de transferencia están presentes y alternan en su irrupción.

El que la variación de las sesiones se dé siempre en la dirección que posibilita al analista llevar un número mayor de análisis simultáneos induce a Viderman a decir que: “la variación siempre se da en la dirección de los intereses del analista sin que nadie haya pedido la opinión de los analizantes”.

Son los mismos argumentos por los que Elisabeth Roudinesco, en la obra antes mencionada, puede hablar de la ambición y el afán de lucro de Lacan, comentarios estos que han sido motivo de tantas reacciones de irritación. No se trata de asumir ninguna defensa, sino más bien de pensar que algo muy delicado se juega en torno a la cuestión.

Podríamos descalificar con facilidad las críticas no reconociéndoles pertinencia y anularlas por proceder de una mirada exterior. Nos encerraríamos así en una complacencia narcisística: sólo habemos nosotros para juzgar de lo que hacemos, y hasta podríamos usar esa ¿pequeña? diferencia como timbre de orgullo: Dios reconocerá a los suyos.

Crítica a la escansión

Esas críticas deben ser escuchadas y habrá que asumir el riesgo y hasta la realidad de la desnaturalización de la práctica de escucha del inconsciente que implica el abuso indiscutible cometido en algunas provincias del reino lacaniano en el acortamiento de las sesiones. Se puede llegar hasta situaciones caricaturescas donde la imitación de los modos de Lacan reduce la sesión al gesto del pago (y del cobro) elidiendo toda posibilidad de escuchar. El despliegue del discurso del analizante requiere del tiempo, no de un tiempo fijo, pero tampoco de su anulación.

Tiempo y escansión
Tiempo y escansión

Hay que atender a la voz de los que cuestionan, ellas revelan lo que puede ser un síntoma, y no necesariamente de quienes se inquietan. Oídas en su verdad constituyen la materia para formular preguntas.

Sin embargo, ninguna de las críticas puntualizadas se acerca a la que a nuestro modo de ver, reviste mayor gravedad: si Lacan se erige contra el uso estandarizado del tiempo y contra la ritualización de ciertas reglas -que eluden reflexionar la práctica- corremos, por ser “lacanianos”, el riesgo de hacer de las sesiones breves el objeto de una nueva ritualización. Corremos el riesgo de crear un nuevo estándar.

Por eso hace falta regresar a los fundamentos psicoanalíticos ligados a la estructura discursiva del inconsciente, y ver si desde allí la práctica de la escansión no sólo se justifica sino que se impone.

Dice Lacan en “Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis” (Escritos, p.242):

“Así, es una puntuación afortunada la que da su sentido al discurso del sujeto. Por eso, la suspensión de la sesión de la que la técnica actual hace un alto puramente cronométrico y como tal indiferente a la trama del discurso, desempeña en él un papel de escansión, que tiene todo el valor de una intervención para precipitar los momentos concluyentes. Y esto indica liberar a ese término de su marco rutinario para someterlo a todas las finalidades útiles a la técnica”.

El alto, la suspensión, la escansión, debe estar determinada por la trama del discurso, para ello es necesario que haya discurso.

Características temporales

La referencia a los tiempos concluyentes remite al trabajo en que Lacan modaliza las características temporales: El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada. Un nuevo sofisma. (Escritos, p.187).

Escansión y tiempo
Escansión y tiempo

Recordemos brevemente su argumento:

Se trata de un problema lógico planteado en términos de ficción: un director de cárcel se ve en la opción de dejar salir en libertad a un prisionero, siendo tres los que merecen la excarcelación. El director decide someterlos a una prueba lógica, prometiendo la libertad al primero que solucione el dilema: va a colocar en la espalda de cada uno de los prisioneros un disco, cuyo color puede ser negro o blanco. El director dispone de dos discos negros y tres discos blancos. Los prisioneros no pueden hablar entre ellos y saldrá en libertad el primero de ellos que adivine su color, luego de lo cual coloca un disco blanco en el dorso de cada uno.

Llamemos a los prisioneros A, B y C. El razonamiento que conduce a la salida discurre así: A parte de la hipótesis de ser negro: “si yo fuera negro, B habría adivinado el color de su disco porque de no ser él blanco, C ya habría visto dos discos negros, y adivinado en consecuencia, el color del suyo, ese blanco que yo, A, veo en él y en B. Si C no ha salido es porque no vio dos discos negros y como B no adivinó el color que le pertenecía, luego mi color no es negro, sino blanco”. Así discurre A, sobre su ser, respuesta que solo puede alcanzar desde y a través de los otros.

Hasta allí la parte clásica del problema. Lacan le agrega el tiempo necesario de dos vacilaciones para poder llegar a la certidumbre anticipada.

Dado que cada uno de los prisioneros se juega la libertad, que a cada uno le va en ello la vida, realizan todos el razonamiento anterior que los lleva, todos a una a enfilarse hacia la salida. La duda los detiene al mismo tiempo ¿Sale B porque adivinó su color? ¿Sale C porque vio dos negros?

El hecho de que los tres se detengan al mismo tiempo, en un movimiento por dos veces suspendido, adelanta la certeza que precipita la conclusión, el apresuramiento hacia la puerta de salida, hacia la libertad ganada en el acto.

Modalidades de temporalización en Lacan

Lacan subraya tres modalidades de la temporalización: el instante de la mirada que tiene la duración de un Augenblick, un abrir y cerrar de ojos, ante ellos se despliegan los signos de un enigma, no hay allí correr del tiempo, todo está dado al mismo tiempo; el tiempo para comprender, en el que se da el desarrollo del razonamiento que permite la solución del problema, es un tiempo que transcurre, una diacronía y, finalmente, el momento de concluir, que pone límite al tiempo para comprender, y fuerza a la precipitación, allí donde el sujeto debe arriesgarse, en su re-solución hacia la salida.

la escansión y el tiempo
La escansión y el tiempo

Es necesario relacionar esta modalización del tiempo lógico con la manera en que ha de operarse en la sesión analítica y desde allí dar cuenta del sustento teórico de la práctica de las duraciones variables de la sesión.

En un excelente artículo de Marie-Magdeleine Chatel (L’ acte de ponctuation ou le temps de la coupure des scéances courtes. Esquisses psychanalytiques, nº 15, 1991, pág. 37) se señala que el corte, la puntuación, da al après-coup al que pone a funcionar, su real alcance. Sugiere que en el transcurso de la sesión se ponen en juego tres dimensiones temporales :

a) la sincronía del momento de la mirada que correspondería al registro de lo imaginario;

b) la diacronía del tiempo para comprender, donde estaría en juego el registro simbólico concretado en la tarea asociativa, y,

c) la puntuación, el tiempo para concluir con el corte, que impone un borde infranqueable a las otras dos dimensiones y que corresponde al registro de lo real.

Al transcurrir la sesión el analizante sustrae de la sincronía del ello, de ese espacio sin tiempo, los motivos que temporaliza asociativamente en la diacronía de su encadenamiento discursivo. Se juega allí en la interacción preponderante de dos registros. Imágenes y recuerdos son transpirados por la sucesión de las palabras. Se simboliza la imagen y el ritmo de las asociaciones puebla el espacio analítico.

El corte imprevisto de la sesión produce, como todo corte, un borde que contornea lo real: el primer efecto es un efecto de despertar que pone tope a todo lo que desde el yo del analizante se organiza en el “querer decir “. En tanto que tope, que subrayado, que interdicción, la primera función del corte es la de un vaciamiento de sentido. Vacío que posibilita una reorganización distinta y abre el material a un sentido diferente.

Sobre la escansión
Sobre la escansión

Se trata de un descentramiento similar al que produce el chiste, relanza al discurso por una vía diferente. Es en ese sentido que todo corte, por sus efectos, funciona como interpretación, no siendo válida la inversión de esta frase en su contraria. Hay diferentes modos interpretativos que no se reducen al corte.

¿Cómo saber cuál es el momento del corte de una sesión?

Las preguntas que despuntan en quien sigue esta argumentación no dejan de acumularse al llegar a esta encrucijada. ¿Cómo sabe el analista cual es el momento del corte o de una puntuación afortunada? ¿Cómo podría él conocer el momento de concluir con el tiempo para comprender que es propio del analizante? ¿Cuál habría de ser y de dónde podría proceder su saber?

Las respuestas no son fáciles porque, en primer lugar, el analista no sabe. Hay algo que sin embargo sabe con certeza: que eso que él va a hacer habrá de producir efectos. Hay una vacilación calculada del tiempo en la que el psicoanalista arriesga y se deja sorprender, él también, por los efectos que retroactivamente, après-coup, habrá producido el corte sobre el discurso, en cuyo caso habrá sido interpretación. Esa es su apuesta, su intervención no programada.

El corte de la sesión puede subrayar un significante del discurso del analizante, puede dejar planteada la pregunta por el enigma de un lapsus, puede poner un tope a la procrastinación obsesiva, puede poner un límite al goce de la complacencia en el síntoma de la histérica, puede cortar una palabra para hacer surgir un sentido sorpresivo.

Esas son las razones por las que el analista no puede privarse del recurso a la escansión. Sin él el análisis correría el riego de dirigirse a un estancamiento, más aún, a extenderse al infinito.

En esta dirección la escansión está íntimamente asociada con la función interpretativa, no como función hermenéutica de traducción de sentido o de aditamento metafórico. Vacía allí donde no dice y relanza. Dice no a un sentido único o último. Más bien es una desconstrucción y un vaciamiento de sentidos preexistentes.

La escansión y el acto analítico

La otra vertiente por la que queremos abordar el tema de la escansión se articula con el acto analítico. Para ello podemos apoyarnos en dos puntas. Por un lado, volver al apólogo de los prisioneros para ver en él la metáfora de la producción del sujeto dividido que es el resultado del acto: es a partir de un significante propuesto por el Otro -en la ficción el director de la cárcel- pasando por las identificaciones imaginarias con los semejantes -los otros presos- pero también separándose y diferenciándose de ellas que el sujeto sale hacia la vida, dejando un desecho de su propio ser, causa de su división, motor de su deseo.

El acto analítico
La escansión y el acto analítico

Nos encontramos con la otra punta en el seminario sobre el acto psicoanalítico. La carta de ciudadanía del acto, en la perspectiva del psicoanálisis, viene desde la Psicopatología de la vida cotidiana, allí donde el acto fallido, en su tropiezo, se manifiesta como revelador de la verdad. Comenta Lacan:

“el acto, todo acto no deja de caer bajo el mismo mecanismo , a saber, que puede ser planteada la cuestión de otra verdad que la de su intención”. (J. Lacan: Seminario “El acto psicoanalítico”, lección del 6 de diciembre de 1967, inédito.)

El peso de la determinación inconsciente legitima para todo acto la pregunta por la verdad que encubre y abre la posibilidad de su falla, es decir, de su verdad.

El acto es también acta, certificación de un comienzo, que como todo comienzo se articula con un final. ¿De qué comienzo se trata? La pregunta guía de aquel seminario apunta al momento en el cual alguien adviene analista. Comienzo y fin: se comienza a ser analista al fin de un análisis. (No carece de interés señalar la correlación temporal de este seminario, con la Proposition du 9 octobre 1967 sur le psychanalyste de l’École, en cuanto a la problemática del advenimiento del psicoanalista).

“El término del análisis consiste en la caída del sujeto supuesto saber y su reducción a un advenimiento de ese objeto a como causa de la división del sujeto que viene a su lugar” (Lacan: Seminario “El acto psicoanalítico”, lección del 10 de enero de 1968, inédito).

Si el analista cae como desecho es el en su división quien adviene.

Esta articulación de un fin con un comienzo en el acto, no implica que esto acontezca en un momento único. La escisión subjetiva, la asunción de la castración, la separación y corte del objeto se juegan una y otra vez en el transcurso de un análisis. Cada sesión, cada escansión con su marca de final inesperado precipita un cierto efecto de sujeto.

La escansión, en tanto que efecto de sentido, se ubica del lado de la interpretación, pero en tanto que efecto de sujeto se sitúa del lado del acto: “El (corte) hace sujeto: así ciña lo que fuere…” (Lacan: L’etourdit, pág. 43 , Scilicet, nº 4, 1973.)

Cabría tambien dar su lugar aquí al papel del deseo del analista, este es el motor que lo lleva a asumir su acto y donde, en una articulación tal vez no muy del agrado de Lacan, pone en juego lo que Nietzsche llamó amor fati, lo que lo llevaría a poder sostener y buscar este momento para nada feliz pero absolutamente necesario, definitorio.

Interpretación y acto, efecto de sentido y efecto de sujeto, ambas funciones son esenciales en la dirección de todo análisis. Ellas son demasiado importantes para dejarlas inertes en las manos de un manejo convencional del tiempo. Sí; la acción del analista implica riesgos.

Escansión y acto
Escansión y acto

Hay que buscar los fundamentos por los que en cada sesión hay que inventar el tiempo evitando caer en cualquier estándar.

Hemos recortado un problema, señalado sus riesgos e intentado algunas articulaciones. Tal es la intención limitada de este trabajo.

Por: Frida Saal
Fuente: https://www.booksandtales.com/talila/escansion.php

TIEMPO Y ESCANSIÓN: LA SESIÓN CORTA

Para continuar profundizando en el tema de la escansión, a continuación compartimos el artículo “Tiempo y Escansión: La sesión corta” de José Ramón Ubieto.

En la primera enseñanza de Lacan, en “Función y Campo de la palabra y del lenguaje” –pero también en sus escritos anteriores: Más allá del principio del placer, El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada, Acerca de la causalidad psíquica- hay un esfuerzo por conceptualizar una definición del tiempo ligada al inconsciente y por tanto diferenciada de otras nociones del tiempo: sea la noción del tiempo cronológico o la del tiempo de la fenomenología, tiempo vivido como consciente por el sujeto, ambas desconociendo los efectos de discontinuidad.

Este uso del tiempo tendrá consecuencias ya muy tempranas en la técnica analítica y en especial en el desarrollo de la sesión analítica. Lacan rechaza incluso al precio de su exclusión de la IPA, renunciar a su práctica de la sesión de duración variable -luego veremos el matiz de corta- que él había introducido como opuesta al ritual temporal del estándar, tema declarado tabú por el establishment psicoanalítico.

Escansión y psicoanálisis
Escansión y psicoanálisis

La escansión imprevista aceleraba la sesión, acortándola y produciendo la ocasión de un reencuentro con el inconsciente y la verdad. Es este progreso de la verdad de la posición de goce del sujeto el que marca el progreso temporal de la cura.

Si consideramos la serie de enunciados de un analizante como una serie de secuencias ordenadas a partir del interrogante del síntoma, la puesta en marcha de la significación del sujeto supuesto saber -esto es, la transferencia en la entrada en análisis- tiene por efecto captar al analizante en la temporalidad secuencial de los puntos de capitón.

Todo el problema de la conclusión de la cura será entonces saber si se puede pasar y cómo, de esa serie asociativa potencialmente interminable a una secuencia finalizada, distinta de lo que sería simplemente una serie detenida. Es decir, de una estructura de sucesión que no incluye su término a otra estructura de sucesión que produce el término que la cierra.

La cuestión del tiempo lógico en la escansión

Ese tiempo que hace falta para concluir, a pesar de la incompletud del Otro, y que va a permitir –aprés coup- ordenar la secuencia finalizada no es un tiempo cronológico, mensurable objetivamente. Se trata de un tiempo lógico:

“Pero si bien el deseo no hace más que acarrear lo que sustenta de una imagen del pasado hacia el futuro siempre corto y limitado, Freud no obstante lo califica de indestructible. Y así el término indestructible se afirma justamente de la realidad más inconsistente de todas. Si escapa al tiempo, ¿a qué registro del orden de las cosas pertenece el deseo indestructible?, pues, ¿qué es una cosa si no lo que dura, idéntico, por un tiempo? ¿No hay sobradas razones para distinguir aquí junto a la duración, sustancia de las cosas, otro modo del tiempo, un tiempo lógico? Como saben ya abordé este tema en un escrito”. (1)

Este tiempo es un tiempo necesario para hacerse al ser –dirá Lacan. El tiempo lógico es sobre todo un modo de aserción de la certeza subjetiva que se presenta como conclusiva pero al mismo tiempo anticipada, es decir suspendida del otro.

La escansión
La escansión

Por eso en la solución verdadera del sofisma es necesario el cálculo que incluya el tiempo. Todos los prisioneros están en la posición de adivinar el deseo de este Otro que los domina sin que ninguno detente la clave. La verdad no se manifiesta mas que en la relación de cada uno a los otros. Es pues en una lógica que incluye en su centro un vacío, una falta donde Lacan suspende el momento de concluir y su precipitación en el acto.

El Seminario XI supone la conclusión de toda una enseñanza previa a la que nos hemos referido e introduce una nueva alianza conceptual –en términos de J.-A.Miller- entre inconsciente y tiempo: el inconsciente- acontecimiento se inscribe en la trama del tiempo. Eso supone distinguir entre el inconsciente como sujeto y el inconsciente como saber.

El tiempo en el inconsciente freudiano

El inconsciente freudiano –atemporal- es un inconsciente guiado por el automaton; definirlo- como hará Lacan- en tanto inconsciente sujeto es poner el énfasis en la tuché, algo que se produce de manera aleatoria como acontecimiento.

Frente a esta temporalidad de la repetición: siempre es la primera vez porque siempre es igual sin que la serie precedente se modifique, lo propio de la operación analítica es hacer que los efectos de sujeto que aparecen y desaparecen -modo pulsátil- al mismo tiempo se acumulen bajo la forma de saber.

Sobre la escansión y el tiempo
La escansión

La repetición anula el tiempo mientras que el Sujeto supuesto Saber introduce la función del tiempo en el inconsciente. Y eso exige el tiempo de la sesión analítica.

Lacan y el tiempo del saber

Lacan señala en una nota de 1966 (2) en Variantes de la cura tipo: “nadie que siga nuestra enseñanza ignora que la transferencia es la intromisión –inmixión- del tiempo de saber” -y no la repetición. El inconsciente es un resultado, en tanto elaboración de saber, de la creación operatoria de la Transferencia como acto de palabra. Esto introduce, más allá de la intemporalidad de la repetición, el tiempo lógico de la cura que es el tiempo de una demostración de lo real.

Aquí J.-A.Miller señala la importancia de pensar el inconsciente con relación a la lógica modal. No sólo lo real se conecta con lo necesario, aquello a lo que uno no puede no obedecer, o con lo imposible -a simbolizar- sino también con lo contingente. De hecho si la experiencia analítica da acceso a lo real no lo hace más que por la vía de la contingencia: de la transferencia, de las manifestaciones sintomáticas y de la elucubración de saber. La contingencia supone la posibilidad de que el inconsciente cese de no escribirse y que la represión se levante.

La orientación lacaniana apunta a eso: a hacer salir de la contingencia misma, que es la condición de la experiencia analítica, la demostración de un real.

La sesión analítica

Para desarrollar esta demostración tenemos un instrumento propio como es la sesión analítica. Una sesión que tomará formas claramente distintas en función de la conceptualización del tiempo, y por tanto de la noción de transferencia.

Escansión

Si en la perspectiva del tiempo cronológico la duración se mide por su valor de cambio es porque responde a un intento de hacer simétrica la relación analizante-analista proyectándola sobre un eje transferencia-contratransferencia. Si el tiempo es dinero -time is money- el diván deviene un objeto susceptible de la multipropiedad, caricaturizando la deriva de esta tesis. La cuestión –como indica J.A-Miller- es de qué manera devolver a la duración de la sesión su valor de uso.

Para eso es preciso -en la orientación lacaniana – plantear el tiempo como algo susceptible de desdoblarse entre el tiempo cronológico y el tiempo lógico(3). Lacan pretende que el sujeto que pone en escena es un sujeto de pura lógica y que esta lógica integra el tiempo, a condición de integrar al Otro. Es una conclusión intrínsecamente temporal, ligada a un acto.

Noción de retroacción

Una referencia mayor la encontramos en su texto de 1960, Posición del inconsciente(4) donde plantea la noción de retroacción:

La estructura de lo que se cierra se inscribe en efecto en una geometría donde el espacio se reduce a una combinatoria: es propiamente lo que se llama un borde. Si se la estudia formalmente, en las consecuencias de la irreductibilidad de su corte, se podrán reordenar en él algunas funciones, entre estética y lógica, de las más interesantes. Se da uno cuenta de que es el cierre del inconsciente el que da la clave de su espacio, y concretamente de la impropiedad que hay en hacer de él un dentro (dedans). Demuestra también el núcleo de un tiempo reversivo, muy necesario de introducir en toda eficacia del discurso; bastante sensible ya en la retroacción, sobre la que insistimos desde hace mucho tiempo, del efecto de sentido en la frase, el cual exige para crear su círculo su última palabra. El Nachträglich o aprés-coup según el cual el trauma se implica en el síntoma, muestra una estructura temporal de un orden más elevado”.

Escansión y tiempo en el inconsciente
Escansión

Por eso, unos párrafos más tarde (5) señala que: “La transferencia es una relación esencialmente ligada al tiempo y a su manejo”. La duración de la sesión no depende, pues, de su medida cronométrica sino de su evaluación en la lógica de un cálculo que apunta a la posición del sujeto (6).

La escansión y la transferencia

Retrocedamos unos años en la enseñanza de Lacan para centrarnos ahora en el comentario de las referencias a la sesión analítica que hace en su escrito de 1953 donde aparece ya esta articulación entre el uso del tiempo y el manejo de la transferencia. Como ya es sabido se trata de un escrito que como el propio Lacan indica debe leerse a partir de las circunstancias en que se produce. La escisión en la SPP testimonia de un desacuerdo radical sobre los fundamentos mismos de la práctica analítica, de allí las referencias constantes en el Prefacio a la necesidad de “reflexionar sobre los fundamentos subjetivos de las nociones amortiguadas por la rutina”, “liberar las tesis por la elucidación de los principios”, “poner en tela de juicio los fundamentos de la disciplina”…”Volver a la obra de Freud”(7)se afirma como una exigencia ineludible para recuperar el sentido de la experiencia psicoanalítica.

Ya en el texto mismo(8) formula una tesis que justificara después: “la técnica no puede ser comprendida, ni por consiguiente correctamente aplicada, si se desconocen los conceptos que la fundan”.

En esta concepción del análisis como dialéctica del sentido(9) “es una puntuación afortunada la que da su sentido al discurso del sujeto. Por eso la suspensión de la sesión de la que la técnica actual hace un alto puramente cronométrico, y como tal indiferente a la trama del discurso, desempeña en él un papel de escansión que tiene todo el valor de una intervención para precipitar los momentos concluyentes. Y esto indica liberar a ese término de su marco rutinario para someterlo a todas las finalidades útiles de la técnica”.

Escansión y análisis
Escansión

Aquí Lacan nos da una indicación precisa sobre una técnica analítica que no descuida sus implicaciones éticas: la puntuación aparece como un verdadero operador práctico que toma el relevo de la duración estándar que, en su fetichización del tiempo –mercancía-, ocultaba el efecto-sujeto que éste tiene. Un buen corte es el que separa lo heterogéneo de una significación en dificultades -fi imaginario- y una satisfacción siempre presente: a. Como dice E.Laurent(10) las consecuencias fundamentales que el manejo del tiempo de la sesión tiene sobre la posición del sujeto se traducen en una separación del sujeto de la significación que iba para él a concluir, a reasegurarlo.

Al tiempo de la duración continua Lacan opone ya aquí el tiempo de la discontinuidad(11) intrínseca a la lógica del inconsciente: “El inconsciente es aquella parte del discurso concreto en cuanto transindividual que falta a la disposición del sujeto para reestablecer la continuidad de su discurso consciente”.

La referencia al material freudiano de El Hombre de las Ratas le permite “una vía de retorno al uso de los efectos simbólicos, en una técnica renovada de la interpretación”(12). Para ello Lacan se interroga sobre la función del tiempo –“momento donde lo simbólico y lo real se reúnen”(13). Se plantea las incidencias del tiempo en la técnica analítica y lo hace tomando dos puntos candentes en ese momento: la duración del análisis, esto es su conclusión, y la duración de la sesión analítica.

Por lo que hace a esta última, nuestro tema hoy de trabajo, J.Lacan recuerda que “la suspensión de la sesión no puede dejar de ser experimentada por el sujeto como una puntuación en su progreso” ya que él es ante todo el que puntúa su dialéctica, anticipando el progreso “sopesándolo a la manera de un arma”.

Escansión
Escansión

El peligro es que la neutralidad del analista que mantiene la regla del tiempo fijo tome un valor obsesivo en el analista prestándose a la connivencia del sujeto. Esto se hace especialmente álgido en el caso del obsesivo donde su working through es utilizado por el sujeto para la seducción del analista y plantea así una especial dificultad en el manejo de la transferencia.

Escansión y las sesiones cortas

Transforma al analista en un muerto, todo significante, como defensa contra el goce, obligándole a contrariarle para confrontarle a esa implacabilidad de la inconsistencia del Otro. Para esto Lacan nos da una pista precisa indicándonos el valor de uso del tiempo de las sesiones en este manejo transferencial, en la que es su primera referencia explícita al uso de las sesiones cortas(14):

¿Cómo dudar entonces del efecto de cierto desdén por el amo hacia el producto de semejante trabajo? La resistencia del sujeto puede encontrarse por ello absolutamente desconcertada. Desde este momento, su coartada hasta entonces inconsciente empieza a descubrirse para él, y se le ve buscar apasionadamente la razón de tantos esfuerzos. No diríamos todo esto si no estuviésemos convencidos de que experimentando en un momento de nuestra experiencia, llegado a su conclusión, lo que se ha llamado nuestras sesiones cortas, hemos podido sacar a la luz en tal sujeto masculino fantasías de embarazo anal con el sueño de su resolución por medio de una cesárea, en un plazo en el que de otro modo hubiéramos seguido reducidos a escuchar sus especulaciones sobre el arte de Dostoievski. Por lo demás no estamos aquí para defender ese procedimiento, sino para mostrar que tiene un sentido dialéctico preciso en su aplicación técnica”.

Recurso que compara con la técnica Zen y que opone a la moda del llamado análisis de las resistencias en la medida en que no implica en sí misma ningún peligro de enajenación del sujeto, “pues no rompe el discurso sino para dar luz a la palabra”.

Escansión
Escansión

Un buen corte, en definitiva, enmarca la aparición del deseo del analista como un deseo de poner al desnudo el goce del sujeto y esto hace de un encuentro entre un Analista y un Analizante una sesión analítica. El corte pone termino a la sesión a-cortándola, siendo la escansión quien determina el tiempo de finitud de la sesión.

Retomando la articulación que hacía Lacan, en este escrito entre la técnica y los fundamentos que la sostienen podemos decir que no hay sesión corta sin tomar en cuenta la posición del analista, lo que teorizará más tarde como deseo del analista. Al sustraer, en esta operación, la duración al tiempo –para lo cual el acto del analista es imprescindible en tanto pone en juego su silencio como operador- emerge un objeto que evoca la presencia misma del analista.

Graciela Brodsky(15) plantea esta articulación entre el uso de las sesiones cortas y el deseo del analista a partir de la dialéctica entre la prisa y la espera. La prisa que implica el corte no se puede entender si no se incluye esa dimensión de la espera, este no saber que sucederá, ese algo por ocurrir.

Es el deseo del analista quien suscita esa dimensión de la espera a la cual Lacan alude al afirmar que la temporalidad del análisis es la angustia -en su Seminario X sobre “La Angustia”(16), última referencia de nuestra intervención antes de su continuación, en la próxima reunión. A partir del Seminario XI donde Lacan modificará esta concepción del análisis como una dialéctica del sentido al plantear la dimensión asemántica del inconsciente en la cual el corte operara un efecto de cernimiento y reducción de lo real del goce.

* Intervención realizada en la Comunidad catalana de la ELP, 6 de Mayo 2003.
* Publicado en 125 LÍNEAS DE LA ELP DEBATES
Nº 2- Serie II. 13 de Mayo de 2003

NOTA SOBRE UNA REFERENCIA DE LACAN AL TIEMPO Y ESCANSIÓN: “LA TRANSFERENCIA ES EL CONCEPTO MISMO DEL ANÁLISIS PORQUE ES EL TIEMPO DEL ANÁLISIS”. *

José Ramón Ubieto

Se trata de una intervención realizada en el tramo final de su Seminario I sobre “Los Escritos técnicos de Freud”, clase del 7 de Julio de 1954. Lacan se refiere aquí al desarrollo que había hecho el año anterior y que comentamos en el trabajo citado, a propósito de El Hombre de las Ratas -en Función y campo de la palabra y del lenguaje, donde comenta la dialéctica hegeliana del amo y del esclavo:

Reloj

El amo –digámoslo- está en una relación mucho más abrupta con la muerte. El amo en estado puro está en una posición desesperada: nada tiene que esperar sino su propia muerte, pues nada puede esperar de la muerte del esclavo, excepto ciertos inconvenientes. En cambio, el esclavo tiene mucho que esperar de la muerte del amo. Más allá de la muerte del amo, será preciso que afronte la muerte como todo ser plenamente realizado, y que asuma, en el sentido heideggeriano, su ser-para-la-muerte. Precisamente el obsesivo no asume su ser-para-la-muerte, está en suspenso. Esto es lo que hay que mostrarle. Esta es la función de la imagen del amo como tal.

– O.Mannoni: – …qué es el analista.

…qué se encarna en el analista. Sólo después de haber intentando unas cuentas salidas imaginarias fuera de la prisión del amo, de acuerdo a ciertas escansiones, a cierto timing, sólo entonces podrá el obsesivo realizar el concepto de sus obsesiones, es decir, lo que ellas significan”.

Aquí Lacan vuelve a señalar el uso del tiempo y su efecto de escansión en el progreso dialéctico del sujeto como el resorte que puede permitir al obsesivo salir del encierro (prisión del amo, jaula de su narcisismo) en el que se encuentra mortificado.

“En cada obsesión hay, necesariamente, cierta cantidad de escansiones temporales, e incluso de signos numéricos. Ya abordé este tema en el artículo sobre el Tiempo lógico(1). El sujeto pensando el pensamiento del otro, ve en el otro la imagen y el esbozo de sus propios movimientos. Ahora bien, cada vez que el otro es exactamente el mismo que el sujeto, no hay más amo que el amo absoluto, la muerte. Pero el esclavo necesita cierto tiempo para percibirlo.

Ya que está demasiado contento con ser esclavo, como todo el mundo”

Opone esta estrategia al llamado análisis de las resistencias que está siempre demasiado apurado “por develar al sujeto los patterns del ego” lo que no le permite avanzar un paso:

“¿A qué nos conduce esto sino a plantear nuevamente que el concepto es el tiempo? En este sentido, podemos decir que la transferencia es el concepto mismo del análisis porque es el tiempo del análisis(…) Es preciso esperar. Es preciso esperar el tiempo necesario para que el sujeto realice la dimensión en cuestión en el plano del símbolo, es decir, desprendida de lo vivido en análisis –de esa persecución, de esa pelea, de esa opresión que realiza el análisis de las resistencias –la duración propia de algunos automatismos de repetición, lo cual les brinda, de algún modo, valor simbólico”(3)

* Complemento al trabajo “Tiempo y escansión: la sesión corta”, ya publicado en 125 Líneas nº 2 (13/5/03).

* Publicado en 125 LÍNEAS DE LA ELP DEBATES
Nº 4- Serie II. 25 de Mayo de 2003

Fecha de actualización: (17 de septiembre 2022 KA)

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