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La gestión emocional es el conjunto de procesos psicológicos que nos permiten comprender, asimilar y modular nuestras emociones y el impacto que tienen en nuestra vida.
Las emociones son parte esencial de todo ser humano, debido a que son reacciones naturales frente a diversos estímulos interiores y exteriores. Empezamos a experimentar estas reacciones desde nuestra primera infancia, no obstante, todos nos relacionamos de modo diferente con ellas de acuerdo con la educación emocional que hayamos tenido, y de otros aspectos como la relación que tenían nuestros cuidadores con su mundo emocional.
La gestión emocional es fundamental para cualquier persona, teniendo en cuenta que muchos síntomas psicológicos se derivan de un manejo inadecuado de las emociones. Es por esto que hoy queremos profundizar en torno a la importancia de la gestión de las emociones para la salud mental.
¿Qué son las emociones?
Las emociones están presentes en nuestro día a día como respuesta al modo en el que nos relacionamos con el entorno. Si te detienes un poco en esta idea, comprenderás que siempre estás a merced de las emociones, por recuerdos, reacciones al ambiente, pensamientos que generan placer o displacer… Si vamos un poco más allá, es probable que hayas experimentado de primera mano, el modo en el que las emociones pueden alterar tu estado de ánimo, tu forma de ver el mundo y el modo en que experimentas la existencia.

¿Te ha pasado que tienes un disgusto en la mañana y todo el día pasas un día incómodo debido a lo que experimentaste? Esto es una gestión emocional inadecuada, y evidencia además, el gran poder que tienen las emociones sobre nuestra vida.
De acuerdo con la definición general, las emociones son el conjunto de reacciones fisiológicas que se producen como respuesta a los diferentes estímulos externos. Estas reacciones producen alteraciones de corta duración en nuestro estado de ánimo, pero debido al nivel de intensidad, sus efectos se pueden experimentar tiempo después. Una de las funciones principales de nuestras emociones, es brindarnos la posibilidad de adaptarnos a situaciones, lugares, cosas o experiencias.
Nuestra parte emocional, esta mediada por las experiencias, conocimiento e información que vamos adquiriendo en nuestro proceso formativo. No obstante, el modo en que gestionamos las emociones, también se relaciona directamente con los patrones de reacción que hemos adaptado desde el momento de nuestro nacimiento.
En las diferentes culturas se le da una alta primacía a la parte racional de los seres humanos, no obstante, la esfera emocional es igual de importante pues no solo influye en el modo en que usamos nuestra razón, sino en procesos como la toma de decisiones e incluso el modo en el que nos relacionamos con las demás personas.
En la terapia psicológica con los Psicólogos en Costa Rica del Grupo Poïesis, los pacientes descubren que el modo en que se relacionan con sus emociones, configuran en gran parte el modo en que piensan el mundo, es por esto que la gestión emocional se transforma en una herramienta para alcanzar los objetivos terapéuticos, teniendo en cuenta que: Como sientes piensas, como piensas sientes, y la relación entre tu pensar y tu sentir determina el modo en el que ves el mundo.
Dimensiones que determinan las emociones
Cuando hablamos de emociones, es preciso saber, que estas están determinadas por tres dimensiones:
Experiencia subjetiva
Para empezar, es preciso decir que existe un grupo de emociones básicas que son comunes en todos los seres humanos. Sin embargo, el modo en el que las personas experimentan estas reacciones puede ser diferente. Por ejemplo, las Personas Altamente Sensibles, tienden a sentir todo con mayor intensidad, por lo que puede resultar más complejo la gestión emocional. Asimismo, el modo en el que reaccionan las personas puede variar de acuerdo a otros elementos como los cambios fisiológicos y el contexto en el que se desenvuelve la persona.
De acuerdo con la fundamentación teórica, algunos estudios afirman que nuestras emociones se derivan de niveles de abstracción. Si hablamos de emociones superficiales, estas se relacionan con las percepciones elementales y las reacciones inmediatas. Por el contrario, las emociones de mayor complejidad son producto de análisis más profundos en torno a los escenarios, la memoria, el entorno y la visión que tiene la persona del tiempo: pasado, presente y futuro.
Todo esto significa que las emociones son una experiencia subjetiva, dado que, aunque sea común para todos los seres humanos, el modo de manifestación y lo que puede generar en una persona, varía de persona a persona, de acuerdo a sus experiencias personales y herramientas de gestión emocional.
La respuesta fisiológica
Otra de las dimensiones importantes de las emociones, es que pueden generar reacciones químicas y físicas involuntarias, tales como la sudoración, la aceleración del ritmo cardíaco, la sensación de opresión en el pecho o un nudo en el estomago, entre otras respuestas que se ligan directamente a las respuestas producidas por nuestro sistema nervioso autónomo, evidenciando la relación directa que hay entre nuestras emociones y nuestro cuerpo.
Estas reacciones fisiológicas se pueden mirar como pistas que nos permiten comprender el tipo de emoción que estamos experimentando, es por esto que parte de la gestión emocional, incluye reconocer nuestras reacciones corporales. Por ejemplo, alguien que tiene problemas de ansiedad, reconoce fácilmente cuáles son las sensaciones físicas que acompañan este padecimiento.
La respuesta conductual
La respuesta conductual tiene que ver con el modo en el que expresamos nuestras emociones y se evidencia en gran medida en nuestro lenguaje corporal. Dentro de este tipo de respuesta, también se tienen en cuenta algunas respuestas fisiológicas como el sonrojarse, tragar saliva o el aumento del ritmo cardíaco. Del mismo modo, en este grupo se incluyen aspectos de la comunicación no verbal, el acercamiento o distancia que tomamos frente a las personas, las expresiones faciales y el movimiento de nuestras manos, entre otras reacciones inmediatas e involuntarias.

Por ejemplo, ante un ceño fruncido lo más probable es que inmediatamente comprendas que la persona se siente molesta bien sea por algo que está experimentando o por algo que está pensando y le produce diversas emociones displacenteras.
Un aspecto importante a tener en cuenta es que las normas culturales determinan el grado de gestión emocional y de expresión que tenemos, dependiendo nuestros interlocutores y el espacio en el que nos encontremos. Por esto, es más probable que una persona sea mucho más expresivas en sus lugares habituales y acompañada del círculo de personas más cercanas a ella.
¿Para qué sirven las emociones?
Las emociones no están ahí por capricho del cuerpo, sino que tienen unas funciones específicas para servir al ser humano. Es por esto que la gestión emocional no se trata de reprimir las emociones, sino de reconocerlas y saber que se despiertan por algo. Las funciones de las emociones son:
Función adaptativa
Cada una de las emociones tiene como objetivo preparar al organismo, con el fin de que pueda actuar efectivamente, de acuerdo al contexto en el que se encuentra. Es por esto que podemos decir que las emociones funcionan como facilitadoras de las respuestas más acertadas de acuerdo con las demandas que genera el entorno.

Como mencionamos anteriormente, las formas de reacción variarán no solo de sujeto a sujeto, sino también, dependiendo de la emoción, teniendo en cuenta que tus mecanismos de reacción serán distintos frente a la tristeza que frente al placer.
En el caso particular de algunas emociones, el miedo puede protegerte en diferentes situaciones debido a que estimula la huida, aunque hay casos en los que la persona experimenta inmovilidad debido a que se encuentra a la defensiva. El dolor es una respuesta ante un estímulo, que te puede ayudar a prevenir sensaciones similares en el futuro. La alegría, por su parte, estimula la afiliación, la sorpresa, la actitud de exploración, y la calma te ayuda a sentirte en conexión.
Función social
Las emociones tienen como finalidad ayudarte en tus procesos de interacción social, además de ser fundamentales en la comunicación no verbal, que surge principalmente de modo inconsciente. Esto significa que gracias a las emociones y sus respuestas fisiológicas y conductuales, podemos manifestar nuestro estado de ánimo e identificar cómo se sienten las otras personas.
Gran parte de la adaptación al entorno, depende de nuestras relaciones interpersonales, y para esto nuestras emociones son fundamentales, teniendo en cuenta que por medio de estas, compartimos información, debido al lenguaje no verbal, por lo que podemos ser comprendidos incluso sin usar la palabra.

De la misma manera, tus emociones influyen en los demás y viceversa, debido a que te permiten expresar tu estado afectivo y también nos permiten regular las acciones de acuerdo a la disposición anímica propia y de nuestros interlocutores.
Función motivacional
Las emociones retroalimentan los procesos de motivación, teniendo en cuenta que la aparición de una emoción detona el ánimo de hacer algo, producto de la reacción generada por los estímulos.
Las emociones pueden desencadenar acciones dependiendo el grado de intensidad y las habilidades de gestión emocional que tengan la persona. Cuando pensamos en la palabra reacción tendemos a concentrarnos solo en actitudes desproporcionados producto del estrés o la irritabilidad, pero también pueden ayudarnos en otras cosas como poner límites, abandonar lugares en donde nos sentimos valorados, o decidir emprender un nuevo hobbie o rutina personal, debido al placer que nos produce una actividad.
En términos generales estas son las funciones principales de las emociones. Como ves, están ahí para ayudarte a adaptarte mejor a ti mismo y al mundo.
Tipos de emociones
De acuerdo con los teóricos existen diversas formas de clasificar las emociones, no obstante, principalmente se dividen en dos grupos: Emociones primarias e innatas y emociones secundarias o sociales.

A continuación vamos a explorar un poco ambos conceptos, teniendo en cuenta que es fundamental reconocer las emociones, si queremos aprender de gestión emocional.
Emociones primarias e innatas
Este tipo de emociones se denominan primarias e innatas porque puedes experimentarlas desde el momento de tu nacimiento, y son una parte fundamental dentro de los procesos de adaptación. Además se consideran universales, teniendo en cuenta que puedes experimentarlas sin importar la cultura en la que estás inmerso.
Las emociones primarias e innatas son:
- Alegría: sensación de bienestar y satisfacción, que promueve la vinculación con otras personas. Esta surge frente a estímulos que te generan placer, te gustan o te hacen sentir bien, y una de las respuestas fisiológicas o conductuales más característica es la risa.
- Asco: sensación de desagrado intenso, producto de situaciones, cosas o estímulos que generan rechazo. El asco puede ayudarte incluso a asegurar tu supervivencia, debido a que te invita a protegerte de algo que te genera repugnancia y que puede ser potencialmente peligroso. Algunas de las reacciones fisiológicas del asco son: tensión muscular, dolor estomacal e incluso náuseas.
- Ira: sensación de irritabilidad y enfado, producto de un reflejo de defensa frente a cosas que nos ponen en peligro o nos generan displacer. Normalmente aparece cuando pierdes algo que consideras que es tuyo o cuando experimentas una sensación de daño por los actos de otra persona. Algunas de las respuestas fisiológicas de la ira son: tensión muscular, taquicardia e incluso alteraciones en la presión.
- Miedo: Sensación de aprensión o recelo, frente a algo que representa una amenaza o peligro potencial. Esta sensación puede darse por estímulos reales o imaginarios, pero sin importar cuál sea el caso, genera angustia y activa mecanismos de protección. Algunas de las reacciones fisiológicas son: tensión muscular, opresión el pecho y aceleración del ritmo cardíaco.
- Sorpresa: Sensación de asombro frente a estímulos que consideramos totalmente inesperados. Teniendo en cuenta que el estímulo es algo que no estaba en la consciencia del sujeto, este puede sentirse desorientado mientras se adapta a la nueva situación y dentro de las respuestas fisiológicas podemos encontrar expresiones faciales que se destacan por apertura de la boca y los ojos.
- Tristeza: Sensación de infelicidad o desdicha frente a la pérdida de algo o alguien que es importante para la persona, o frente a la frustración generada por no poder hacer o ser algo que la persona desea. Esta emoción tiene como objetivo que puedas ser consciente de eso que extrañas, con el fin de tramitarlo del mejor modo posible. Algunas de las respuestas fisiológicas frente a la tristeza son: sensación de desánimo, dolor en el pecho o el famoso nudo en la garganta.
Emociones sociales o secundarias
Las emociones sociales o secundarias, tienen su aparición después de las emociones básicas, producto del proceso de socialización, y van apareciendo a medida que vamos desarrollando nuestras capacidades cognitivas. Aunque no sean innatas, en muchos casos también representan un reto a la hora de la gestión emocional.

Algunas de las emociones sociales o secundarias más conocidas son:
- Culpa: emoción ligada a la sensación de que has traicionado tus valores principales como individuo de acuerdo a tus responsabilidades en la sociedad. Esta se liga a mucho al superyó que es nuestra vara moral, y en muchos casos las personas desarrollan culpas crónicas que no están motivadas por cosas que en realidad ameriten sentirse culpable. Algunas de las reacciones fisiológicas asociadas a la culpa son: nudo en la garganta, opresión en el pecho e inquietud. Normalmente quien siente culpa, también tiende a sobrepensar todo, y a darle mil vueltas a las situaciones empeorando su nivel de angustia.
- Celos: emoción que aparece ante la sensación de que podemos perder algo o a alguien que consideramos que nos pertenece. Normalmente esto es considerado como una falta de confianza en uno mismo y como una dinámica tóxica en las relaciones de pareja, teniendo en cuenta que es el entorno en el que más profundizamos en cuanto al tema de los celos. Normalmente, los celos vienen acompañados de distorsiones cognitivas, pensamientos irracionales, ira e irritabilidad.
- Vergüenza: Esta emoción secundaria surge de la sensación de que lo que haces, piensas o sientes, puede ser juzgado fácilmente por otras personas, haciendo que recurras a la inhibición con el fin de no exponerte a una situación de burla. Cuando la vergüenza se da de modo desproporcionado o constante, se puede hablar de que la persona es altamente dependiente de la opinión de los otros.
- Orgullo: Esta es considerada como una emoción adaptativa que surge de sentirse satisfacción por lo que eres y lo que hace. Esta es una emoción fundamental para potenciar la autoestima y seguridad, teniendo en cuenta que es parte fundamental de quererse a uno mismo. No obstante, es preciso tener en cuenta que cuando te sobrevaloras, esto puede llegar a ser contraproducente para tu objetividad y tus relaciones interpersonales.
- Placer: Sensación de satisfacción y deleite frente a estímulos que te hacen sentir muy bien. Se relaciona con aspectos biológicos como el sueño, la comida y la reproducción , hasta situaciones y estímulos que variarán de persona a persona, y que es preciso tener en cuenta que en el caso de un exceso pueden generar destrucción.
En términos generales estas son las emociones más representativas, sin embargo, la lista de emociones es bastante larga, teniendo en cuenta que existen diversas teorías sobre las emociones y la gestión emocional.

Una de las más conocidas, es la del Psicólogo Paul Ekman, quien en el año de 1972 creó la definición de seis emociones básicas: el miedo, el asco, la sorpresa, la tristeza, la felicidad y el enfado. En 1999, el teórico incluyó en la lista la vergüenza, el desprecio, la satisfacción la excitación, el orgullo y la diversión.
Paralelo a este sistema, el psicólogo Robert Plutchik planteó otro que tal vez conozcas, conocido como la «rueda de las emociones». El planteamiento general, es que los estímulos pueden generar diversas emociones que pueden mezclarse entre sí, o tener respuestas fisiológicas similares
El autor habla de ocho dimensiones emocionales primarias que se contraponen: alegría/tristeza, ira/miedo, confianza/disgusto y sorpresa/anticipación. De acuerdo con el planteamiento principal, todas pueden combinarse de múltiples maneras, para crear otras emociones como el susto, desprecio, amor, alevosía, decepción, frustración o remordimiento.
Por otro lado, tal vez una de las clasificaciones más conocida, es la de: “emociones positivas” y “emociones negativas”, las primeras se relacionan con estímulos que generan satisfacción, y la segunda, con emociones que generan displacer. Sin embargo todas las emociones son normales y necesarias, por lo que desde la gestión emocional, es importante no delimitar las emociones en significantes que pueden hacer que la persona tenga una relación deficiente con sus propias emociones.
Esto se sustenta en que aunque a mayor cantidad de “emociones positivas” podemos hablar de una vida plena y feliz, experimentar las “emociones negativas” también es necesario, puesto que reprimirlas puede detonar diferentes síntomas.
¿Qué es la gestión emocional?
La gestión emocional es el conjunto de procesos psicológicos que nos permite relacionarnos con nuestras emociones de modo efectivo, con el fin de que podamos tramitarlas adecuadamente.

El tema de la gestión emocional, se inserta dentro de la inteligencia emocional, un concepto que alude a la capacidad que tiene una persona para procesar las emociones de modo adecuado, lo que facilita el modo en que se relaciona consigo mismo y con el mundo.
Como has podido observar nadie se escapa de las emociones, el punto en que alcanzamos una diferencia es en el hecho de gestionarlas adecuada o inadecuadamente. No obstante, es preciso tener en cuenta que las emociones están por encima de nosotros mismos, y en muchas ocasiones, por más que tengamos muchas herramientas, tal vez no logremos una gestión emocional totalmente efectiva. No obstante, eso no puede detenernos, puesto que saber cómo gestionar nuestras emociones, puede hacer la diferencia en diversas áreas de nuestra vida.
¿Para qué sirve la gestión emocional?
A continuación te contaremos algunos de los beneficios que puedes obtener al trabajar tu gestión emocional. Los más importantes son:
1. Evitar enfrentamientos innecesarios
Gran parte de los problemas y confrontaciones que tenemos, se derivan de una mala gestión de nuestras emociones. Si reaccionamos de modo impulsivo, es probable que nuestras emociones se desborden y caigamos en conflictos, muchas veces sin sentido, con las personas que amamos y con otras personas.
La gestión emocional nos permite reconocer que los desbordes emocionales pueden dinamitar situaciones que nos generen un malestar mayor, y por ende, aprendemos a gestionar nuestro mundo emocional, con el fin de buscar soluciones más asertivas.
2. Evitar el sufrimiento innecesario
Es preciso resaltar que las emociones son normales, lo que resulta contraproducente es tratar de sostenerlas por más tiempo del necesario. Imagina por ejemplo que un día llegas tarde al trabajo, es probable que sientas incomodidad, sin embargo, si todo el día concentras tu atención en este estímulo, en lugar de dejarlo pasar naturalmente, tal vez estás extendiendo el sufrimiento de una situación que hubiese podido trascenderse con una gestión emocional adecuada.
Es importante reconocer que las emociones son naturales, sin embargo, el modo en el que las intervienes marca la diferencia en el grado de afectación que pueden tener sobre tu vida y cotidianidad.
3. Mejora nuestra empatía
Cuando tenemos una buena gestión emocional, aprendemos a reconocer nuestras emociones y cómo se comportan, y esto nos permite desarrollar un mayor grado de empatía, pues podemos identificar mejor las emociones de los otros, sin tomarlas a título personal.
El hecho de no darle primacía a nuestros instintos más primarios, también contribuye a que podamos relacionarnos mejor con los otros, sin dejar que sus emociones afecten las nuestras.
4. Podemos salir de la posición de víctimas
En muchas ocasiones cuando experimentamos estímulos displacenteros, seguimos dándole vueltas una y otra vez, haciendo que el malestar permanezca. Aprender de gestión emocional, nos ayudará a salir de la posición de víctimas, lo que facilitará que aprendamos de nuestros errores, o en última instancia que desarrollemos habilidades de resiliencia, que nos permite ver la vida desde ópticas más favorables para nosotros mismos.
5. Mejorar nuestra expresión
Cuando tenemos una buena gestión emocional, desarrollamos la capacidad de expresar mucho mejor el modo en el que nos sentimos, con el fin de transmitir adecuadamente eso que nos afecta.

Fortalecer esta habilidad no solo es ideal para que los demás puedan comprendernos, sino que además nos da la posibilidad de comprendernos mejor a nosotros mismos y el modo en que funcionan nuestras emociones.
6. Mejora nuestras habilidades para toma de decisiones
Cuando tenemos una buena gestión emocional, dejamos de tomar decisiones sustentadas en emociones temporales, y nos damos la oportunidad de reflexionar y mirar una misma situación desde ópticas diferentes, lo que nos ayuda a tomar mejores decisiones, o al menos, decisiones más acordes a lo que queremos o nos brinda mayor beneficio.
¿Cómo mejorar mi gestión emocional?
Después de aprender sobre las emociones y la gestión emocional, es probable que quieras aprender a gestionar tus emociones de un modo más adecuado. Para esto te tenemos algunos consejos:
- Conócete a ti mismo: El autoconocimiento es la mejor herramienta para aprender a gestionar tus emociones de modo adecuado, explorar tus emociones te permitirá saber identificarlas, reconocer qué las detona y además te brinda herramientas que te ayudan a mirarlas desde un punto de vista más racional, lo que ayuda a que no te dejes sobreafectar por ellas.
- Aprende técnicas de relajación: Existen múltiples técnicas de relajación como la meditación y el Mindfulness que te ayudan a estar centrado y a convertirte en un observador de tus propias emociones, con el fin de que seas tú quien pueda gestionarlas, en lugar de que sean ellas las que tomen las riendas de tu vida.
- Investiga sobre el tema: Parte de la gestión emocional, involucra el reconocimiento de que existen diversas emociones y múltiples formas de gestionarlas. Es por esto que aprender sobre ellas es una excelente herramienta para que puedas gestionarlas del modo más adecuado.

- Expresa tus emociones: Gran parte de la gestión emocional, implica el desarrollo de técnicas efectivas para expresar tus emociones, y entre ellas no se encuentra reprimir lo que sientes. Puedes empezar por escribir todo lo que sientes. La escritura terapéutica es una excelente herramienta para que puedas aprender a canalizar tus emociones de modo adecuado, y con el paso del tiempo podrás expresarte de modo asertivo.
- Asiste a Terapia Psicológica: La terapia psicológica es un espacio ideal para que puedas conocerte a ti mismo, expresar tus emociones y aprender herramientas y estrategias que te permitan gestionar tus emociones de modo adecuado. Los profesionales en psicología y psicoanálisis son especialistas en la psique humana, por lo que pueden ayudarte a tener una mejor relación con tu mundo emocional.
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Fecha de actualización: (02 de marzo 2023 KA)