La melancolía se caracteriza psíquicamente por un:
- Estado de animo profundamente doloroso
- Una cesación del interés por el mundo exterior
- La perdida de la capacidad de amar
- La inhibición de todas las funciones
- La disminución de amor propio, traducida a importantes reproches y acusaciones, que el paciente se hace objeto a sí mismo; incluso llegando a una delirante espera de castigo. La característica precedente solo se muestra en la melancolía, y no en el duelo.
La melancolía en una serie de casos, constituye una reacción a la perdida de un objeto amado; otras veces, la pérdida es de naturaleza más ideal.
Así, el sujeto no ha muerto, sin embargo, ha quedado perdido como objeto erótico; por otra parte, a veces no se logra distinguir claramente qué es lo que el sujeto ha perdido; tampoco a éste le es posible percibirlo conscientemente.
De esta manera, la perdida, causa de la melancolía, es conocida por el paciente, el cual sabe a quien ha perdido, pero no lo que con él ha perdido. Por tanto, la melancolía es una perdida de objeto sustraída a la conciencia, diferenciándose así del duelo, en el cual nada de lo que respecta a la perdida es inconsciente.
Por su parte, la inhibición melancólica produce cierta impresión enigmática, pues no se ha logrado averiguar qué es lo que absorbe tan por completo al enfermo.
Retomando lo anterior, se muestra una extraordinaria disminución de su amor propio, o sea un considerable empobrecimiento de su yo.
De esta forma,
- En el duelo, el mundo aparece desierto y empobrecido ante los ojos del sujeto.
- En la melancolía es el yo lo que ofrece estos rasgos a la consideración del paciente.
Y por tanto, el melancólico describe su yo como:
- Indigno de toda estimulación,
- Incapaz de rendimiento valioso alguno y moralmente condenable,
- Se dirige amargos reproches,
- Se insulta y espera la repulsa y el castigo,
- Se humilla ante todos los demás,
- Compadece a los suyos por hallarse ligados a una persona tan despreciable,
- No abriga idea de que haya tenido en él una modificación sino que extiende su crítica al pasado y afirma no haber sido nunca mejor,
- Tiene un delirio de empequeñecimiento (principalmente moral),
- Insomnios,
- Rechazo a alimentarse,
- Sojuzgamiento, desde un punto de vista psicológico, de la pulsión, que fuerza a todo lo animado a mantenerse en vida.
Científica como terapéuticamente seria infructuoso contradecir al paciente cuando expresa tales acusaciones contra su yo, ya que debe tener cierta “razón”, por lo que nos describe algo que es en realidad como a él le parece.
De esta manera, al confirmar los datos, al ver si es en realidad ¿tan incapaz de amor, de interés y de rendimiento?, se logra observar que todo es secundario y constituye, un resultado de la ignorada labor que devora a su yo; de nuevo comparable con la labor del duelo; sin embargo percibiendo la verdad más claramente que otros sujetos no melancólicos.
Así, al describirse en su autocritica como un hombre pequeño, egoísta, deshonesto y carente de ideas propias, preocupado siempre en ocultar sus debilidades, puede en realidad aproximarse –considerablemente más- al conocimiento de sí mismo.
Es indudable que quien llegue a tal valoración de sí mismo, manifestándolo públicamente, está enfermo, ya diga la verdad, ya se calumnie más o menos.
Qué es la melancolía