La Represión
La Represión: El proceso de represión constituye la condición preliminar o precondición, de la formación de síntomas.
Para esto, Freud toma como modelo, el Impulso, ósea un proceso psíquico dotado de una tendencia a transformarse en acto; ahora bien, siendo que el impulso es rechazado y condenado y que por este hecho queda despojado de la energía de que podía disponer, deviene impotente. Sin embargo, puede persistir a titulo de recuerdo, dado que el proceso de enjuiciamiento y condena se desarrolla bajo la intervención consciente del yo.
Ahora bien, si el impulso sucumbiera a la represión, la situación seria muy distinta, pues el impulso conservaría su energía, pero no dejaría ningún recuerdo, por lo que el proceso mismo de la represión se llevaría a cabo sin conocimiento del yo.
La represión en la teoría freudiana no recae sobre la pulsión misma porque en la hipótesis freudiana esta última tiene una base orgánica y escapa a las categorías inconsciente y consciente. Tampoco pueden reprimirse los afectos en sentido estricto (aunque los afectos al menos, al revés que las pulsiones, sí pueden experimentar otras transformaciones). La represión opera entonces sobre los “representantes” de la pulsión.6
La energía libidinal en el proceso de represión se conserva y queda fijada a la representación ahora reprimida. Es esa energía la que funciona atrayendo nuevas representaciones en contrapunto con la tendencia del yo a expulsar y reprimir contenidos de naturaleza penosa, agresiva o dolorosa que con frecuencia van acompañados de afectos angustiosos no compatibles con el yo. En el texto “La represión” (1915) Freud distingue tres tiempos o momentos de la represión:7
La represión originaria (Urverdrängung), la que al expulsar de la conciencia las primeras representaciones intolerables asociadas a la pulsión marca una escisión de la vida anímica delimitando las áreas consciente e inconsciente y posibilita la represión posterior. El postulado hipotético de Freud es que toda representación, para poder ser reprimida, requiere de ser atraída por estas representaciones originariamente reprimidas.
La represión propiamente dicha o represión “secundaria” que desplaza hacia el inconsciente y mantiene allí las representaciones intolerables para la consciencia, magnetizadas por el polo de atracción del núcleo del inconsciente constituido por la represión originaria.
El retorno de lo reprimido (Wiederkehr des Verdrängten), donde lo reprimido expresa su efectividad psíquica, puesto que mantiene una tendencia a acceder de algún modo a la consciencia, a obtener algún tipo de satisfacción a través de las formaciones del inconsciente, como los sueños, los actos fallidos, los síntomas neuróticos.